Siempre pensé que los girasoles alegran los campos y es que la imagen de tierras floridas en esta zona del sur es un clásico cuando empieza a apretar el calor. Es una señal inequívoca de que ya está aquí el verano y más cuando rozamos los cuarenta grados con esta ola de calor que nos llegó. Es precioso ver cómo estallan de color , como si sonrieran al sol y nos llenaran de luz ( y de pipas 😉 ) Antes de venirme a Sanlúcar siempre tuve el antojo de parar en uno de los campos y arrancar un girasol, como queriéndome llevar a casa un cachito de naturaleza que me acompañara cuando en una época de mi vida casi no veía la luz del sol en mi día a día. Os diré que la tentación era muy alta, pero siempre pensé que ese girasol pertenecería a alguien y nunca lo hice, porque así era y así es.
Siempre digo que debemos agradecer a los agricultores por proporcionarnos alimentos pero también hay que darles las gracias porque nos alegran los campos y la vida. Girasoles, luz y color, qué maravilloso es sentir, ver , oler y VIVIR!!!